21.5.09

La bruja en el espejo


Por Trino

Está nublado aquí, los cuervos rondan el lugar con su tenebroso graznido, no hay ni luna ni estrellas.
La tempestad se avecina, el viento anuncia la tormenta, los truenos retumban en los alrededores bajo la densa oscuridad de la noche.
Los muertos claman misericordia por medio de las copas de los árboles que hacen que resuenen sus voces, transformándolas en mudos e inteligibles ecos.
Está asustada, sola en una cabaña abandonada en medio del bosque, sus compañeros deben estar cenando junto a la chimenea. Pero ella no tenía que haber seguido a aquella mariposa negra, mas resistirse era prácticamente imposible, era tan hermosa, parecía tan inofensiva. Sus dedos entumidos por el frío le dolían, sentía un arrepentimiento tremendo por haberse separado del grupo, más aún con esa cosa suelta por el bosque.
Habían ido a buscar a aquella abominacion para matarla, su nombre era Mary Hopkins, y era una bruja. La chica de la cabaña, Ann Jacobs, había seguido aquella expedición de mercenarios por un agravio personal que le había hecho Mary: mató a su madre.
Ann sabía que la bruja Hopkins la mataría aquella noche, y así, esperando su muerte, pasaron las horas, entre el llanto y un repentino amor a la vida. Ese sentimiento había desaparecido junto con la vida de su madre, pero en ese momento se alzó en todo su apogeo.
Ann deambulaba por aquella cabaña fría e inmersa en impenetrables tinieblas, sollozando, con los ojos hinchados de tanto llorar, preguntándose por qué la vida la castigaba así, qué había hecho ella. ¿Era una fuerza suprema la que la había castigado por intentar vengarse? No podría ser, en ese caso todos los de su grupo estarían ahí, o en situaciones similares.
Ann no tenía tiempo de ponderar estas situaciones, estaba demasiado ocupada rezando todas las oraciones que conocía, pero esto no la tranquilizaba en absoluto.
El lúgubre canto de un búho puso sus nervios de punta, después escuchó pasos alrededor de la cabaña.
Sintió que alguien subía por los escalones de madera podrida y se detenía en el umbral de la puerta apoyando sus manos, estaba al filo del terror.
Instantes después el vidrio de la ventana se rompió súbitamente produciendo un estruendo insufrible en esas condiciones, no lo pudo soportar un segundo más y salió de aquel lugar de locos.
En su carrera entre la lluvia tropezó con una lápida, en ese momento una nube se apartó y dejó caer un rayo de luz de luna con el cual pudo leer en la lápida “Mary Hopkins, 1615-1638”. Eso era más que extraño, porque corría el año de 1826. No importándole siguió corriendo movida por el pánico, y se interno en el bosque.
De pronto algunos lobos comenzaron a seguirla, la acorralaron contra una pared de roca y se convirtieron en sombras de hombres encapuchados armados con espadas. Sin embargo, cuando uno intento tocarla se desvanacieron completamente.
La joven siguió corriendo y, a mediados del bosque, encontró a Mary Hopkins flotando , con los ojos cerrados , iba desnuda con el cabello suelto, y tenía tatuajes tribales en todo su cuerpo, dio media vuelta y apareció de nuevo, las imágenes de Mary la rodearon.

Entonces se incorporó en su lecho gritando, estaba en su habitación, todo había sido un mal sueño. Su madre acudió a ver qué ocurría y Ann la tranquilizó contándole que había sido una pesadilla.
Sintió que tenía unas gandes ojeras, se acercó al espejo con la vela encendida para comprobarlo, y con gran sorpresa notó que envejecía súbitamente, después su piel arrugada se derretía, un rayo iluminó la habitación y en el espejo apareció la imagen de Mary Hopkins con la cara blanca, los ojos rojos y grandes colmillos.
Ann cayó fulminada, alrededor de su cabeza se formó un charco de sangre, Mary pasó por afuera de la habitación, hechó un vistazo indferente y desapareció con gracioso andar entre la lluvia y las tinieblas de la noche.

3 comentarios:

  1. Trino, autor de este cuento, estuvo en el taller Luvina Joven de la prepa 13, el semestre pasado. Aprovecho para agradecerle por compartir su texto en este blog.

    ResponderEliminar
  2. Profr. Vicente Rodriguez5.6.09

    Buen relato de Trino, dentro del cual logra establecer de manera cordial las elipsis en el tiempo. Su narrativa contextual es dinámica y jovial, la cual denosta una elocuente afición a la lectura. Espero pronto una nueva historia de Trino. Felicidades.

    ResponderEliminar
  3. Anónimo7.7.09

    ajala chidO trinO

    ResponderEliminar