3.8.09

Historia olvidada



Por Gerardo Mercado
Prepa 13


Hace algunos días la curiosidad comenzó a invadir mi cuerpo, después de pensarlo un poco me decidí a extraviar esta sensación. Busqué en diversas ciudades, diferentes regiones, hasta llegué a cruzar el mar en busca de una respuesta. Por fin después de meses de búsqueda arribé a una ciudad a la mitad del océano. Moví mis influencias para poder accesar a los archivos más resguardados de la sociedad.
Se dice que en esta biblioteca se almacena la vida de cada individuo, pero… nadie las escribe.

Tomé libros al azar, pero ninguno llamaba mi atención, era difícil creer esto de entre tantos libros, hasta que lo vi, un libro que parecía relucir de entre todos, sujeté el ejemplar y leí el titulo: “Olvido”, por si no fuera poco el nombre de aquel libro movió más mi curiosidad. Al abrir el volúmen las letras comenzaron a brillar con en un tono dorado y en un segundo la luz me cegó.
Cuando abrí los ojos noté que mi cuerpo era inexistente, no podía sentir la brisa, pero a pesar de esto me movía libremente, recorrí las calles de aquel lugar y después de una breve observación me di cuenta de que era la misma ciudad a la que había arribado, “Neo Pariga” aunque ahora estaba algo diferente a la que conocía pues las calles eran de piedra, las casas eran sencillas además de que pasaban carretas jaladas por caballos.
Todavía no terminaba de sorprenderme cuando sentí que una gran fuerza me atrajo.
Recorría las calles a gran velocidad, a lo lejos se observaba una casa, yo no me podía detener y sentí que chocaría con esta, pero no fue así, sino que pasé através de sus muros.
Dentro de la casa observé a una pequeña niña de cabellos color castaño, ella no tendría más de 10 años, pensé. Ella trataba de despertar a una joven aproximadamente de 16 años, hasta que por fin lo logró. La joven, que resulto ser la hermana mayor de la infante, se dirigió a su trabajo y la pequeña a la escuela. Terminando un día común de escuela se dirigió a la casa de una amiga suya. Ya de noche compró algo de la tienda y corrió con dirección a su casa, pues ya había pasado de la hora de llegada.
Las calles estaban oscuras, de un negro penetrante. De pronto, detrás de ella comenzaron a escucharse pasos, lo cual hizo que acelerara los suyos. Sin embargo, los pasos distantes se escuchaban cada vez más rápidos y cercanos. Sin esperar ni un segundo más la niña comenzó a correr, mientras sentía como su corazón se saldría del miedo.
Después de un largo trayecto consiguió llegar a su casa y golpeando la puerta esperaba a que le abrieran. Dentro de la casa la madre se disponía a abrir, ella seguía tocando desesperadamente, en eso una mano tapó su boca y otra sujeto su estómago.
Por fin la madre abrió la puerta, pero nadie la esperaba del otro lado. Así que la cerró sin notar una bolsa tirada en el suelo.

Pasadas las horas la hermana mayor llegó a su casa, todo estaba tranquilo hasta que se percató de la bolsa tirada en el suelo, ella la tomó y entro rápidamente a su casa. Después de cuestionar a su madre y llamar a la casa de la amiga temieron lo peor. Un secuestro.

Todo se encontraba oscuro, tan oscuro que ni yo no podía ver nada a mí alrededor. Mientras me preocupaba por mi visión, sentí como algo comenzaba a moverse y gemir de dolor, aquella cosa que estuviera ahí era sujetada por algo en sus muñecas y cada vez que trataba de mover sus brazos salía muy lastimada. En eso unas lámparas de aceite comenzaron a encenderse dejando ver un cuarto color gris hecho con ladrillos, además de que caían gotas de agua provocando un eco perturbador.
Ya con la visión activa de nuevo me di cuenta de lo que hacía aquellos ruidos: era la pequeña secuestrada. Ella estaba sobre una fría mesa de metal sujetada por varios grilletes, dos en sus muñecas y dos en sus tobillos. Lo peor de esto era que los grilletes atravesaban sus muñecas y tobillos con finas agujas, dejando correr su sangre.
De entre las sombras una figura anciana emergió vistiendo una larga capa negra que cubría todo su rostro. Este extraño personaje afinó un poco su voz y pronunció las siguientes frases con tono burlón:
—¡Felicidades!, eres la primer seleccionada para hacer realidad mi teoría—. Tras aquellas palabras, ella no podía pronunciar ninguna palabra debido al horror que se extendía através de su ser. El hombre continúo con su discurso,
—Además será un buen regalo de cumpleaños.
La pequeña juntó valor y preguntó:
—¿Có… Cómo es que… sabes de mi cumpleaños?
Sin perder tiempo el anciano contesto:
—Niña, yo no selecciono mis víctimas al azar, tienen que ser alguien con una mente fácil de manipular.

Al terminar su pequeña charla, aquel anciano tomó un bisturí que se encontraba sobre una mesa al lado de él. Lo alzó en el aire y rozando la piel de la niña comenzó a abrirla. Ella podía observar como su piel era cortada, mientras la sangre recorría su dolido cuerpo. Él realizó diversas incisiones y después de algunos minutos de eterno sufrimiento la niña perdió la conciencia.

No sabría decirles cuanto tiempo pasó, pudieron haber sido horas, días e incluso semanas. Las gotas de agua se colaban por la estructura de aquel extraño lugar y un salpicar de una de éstas hizo reaccionar a la niña inconciente, ella se encontraba acostada sobre aquella mesa fría, sus ataduras habían desaparecido por lo que trató de levantarse, acción que logró después de varios intentos. Al tocar el suelo un dolor indescriptible recorrió su cuerpo, sus heridas estaban cosidas de una forma muy vaga, cuando se apoyo por completo el peso de su cuerpo lastimó las heridas y de éstas comenzó a brotar sangre dejando un pequeño charco en el suelo. Por suerte la niña estaba en un especie trance por el dolor, lo cual provocaba que no notara lo que sucedía.
Ella comenzó a caminar através de aquel extraño lugar y pronto se encontró atravesando largos túneles oscuros apenas iluminados por antorchas, una separada a gran distancia de otra.
Después de horas de caminar encontró la salida de ese lugar de torturas. Fuera había una fuerte lluvia, pero ella seguía sin ser consciente de sus acciones, así que prosiguió su camino. Aquella tormenta golpeaba sus mejillas con violentas gotas, una tras otra, hasta que varias comenzaron a rozar sus heridas, en ese momento la pequeña reaccionó y por fin fue consciente de su entorno, notó sus heridas y se aterrorizó por aquellas imágenes, su sangre seguía brotando mientras la lluvia apenas borraba un poco las marcas de ésta.
Ya invadida por el miedo corrió sin dirección alguna por las calles de Neo Pariga y cuál fue su sorpresa al llegar a la puerta de su casa, ésta estaba abierta y se dispuso a entrar.
Dentro se encontraba una manta colgada con la frase “Feliz cumpleaños Co”, pero la última parte era ilegible, cubierta por una gran mancha roja, esto hizo que la niña entrara nuevamente en pánico, por si no fuera poco debajo de la manta estaban los cuerpos de su madre y padre, ambos sin vida. Ella comenzó a llorar sin consuelo, gritó tan fuerte que su voz resonó por las calles de aquella oscura y fría ciudad.
La niña todavía no lograba tranquilizarse cuando descubrió un mensaje en la pared, éste estaba escrito con sangre: “No lo olvides, ahora me perteneces”, junto a una mano cortada con un cuchillo atravesándola. Ya no pudiendo soportarlo más, caminó lentamente y se desplomó al lado de sus padres fallecidos. Eso era demasiado nadie podría soportarlo, perderlo todo por una maldita ambición.
Ella observó a su padre y descubrió que sujetaba un portafolio, además de que no tenía una mano. Tras algo de esfuerzo le quitó el portafolio, intento abrirlo pero sus manos temblaban demasiado, se calmó un poco y consiguió abrirlo. Dentro se encontraba una cosa que ella anhelaba con todo su ser, cerró el portafolio y las lágrimas comenzaron a brotar, sus ojos estaban tan rojos por aquella tristeza que le ardía el sólo ver, giró el maletín y en una esquina se podía leer una frase con letras doradas: “Una nueva etapa comienza ahora, nunca te rindas Cori Platz”.
La niña, de nombre Cori, sorprendida por aquella frase se levantó, limpió un poco sus lágrimas y con el portafolio en su pecho salió de nuevo a la fría lluvia dispuesta a cumplir el ultimo mensaje de su padre.
Yo solo podía observar el sufrimiento de aquella niña, trate de acercármele pero todo se alejaba cada vez más, hasta que observé una luz blanca.

Cuando recuperé el conocimiento estaba sentado en el suelo sobre un estante de aquella extraña biblioteca. Ya recobrado de aquella trágica historia leí el epílogo:
“Desde ese día la vida de la pequeña Cori Platz no volvió a ser la misma. Sintió la soledad en su máxima expresión, sufrió del hambre de manera indescriptible y fue viva imagen del rechazo de la sociedad, pero ella nunca se rindió. Trata de seguir su vida y sobresalir teniendo siempre en mente, aquel último mensaje, aunque esa historia será para otra ocasión”.

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